El juego es una actividad con gran potencial adictivo.
La forma de contraer esta adicción se da en personas que en el momento de realizar una apuesta se encuentran en situaciones negativas como con una gran preocupación o aburridas.
Las personas con ese perfil, ven en ganar una apuesta una inmensa satisfacción.
El centro de placer del cerebro, recibe ese acontecimiento con una gran actividad. Así, la perona va concluyendo que el juego da placer, y sin darse cuenta se haciendo adicta. Se buscará primero tiempos libres para llevarlo a cabo, hasta que se pasa mucho tiempo jugando y dejando otras actividades que antes eran importantes.
Entonces en la persona ya adicta sin saberlo, se van produciendo cambios: emplea cada vez más tiempo ocupada en el juego gastando más dinero, sintiéndose culpable y arrepintiéndose después; y le va cambiando la personalidad: se vuelve más introvertida y ansiosa. En este punto, se empieza a gastar por encima de las posibilidades y para reponer ese dinero se buscan alternativas.
Así se inicia la cuesta abajo con la adicción: se coge un dinero que no le pertenece o se pide prestado un dinero que no se va a devolver. Con este dinero, la persona adicta juega para recuperar lo que se ha perdido, entrando en un ciclo patológico, ya que si toca, sigue jugando para conseguir más y devolverlo todo, perdiendo todo al final.
El tratamiento consiste en recuperar a la persona para que esté capacitada para cualquier circunstancia, incluida administrarse y manejar dinero de manera ajustada.
El llamado juego patológico o ludopatía es la adicción social que más parecido tiene con la adicción a sustancias.